viernes, 1 de junio de 2018

Overlord Volumen 10 Prólogo

El Gobernante de la Conspiraciones
Volumen 10 - Prólogo


Albedo ingresó a la habitació, y entonces inhaló profundamente.

Desafortunadamente, no había nada en el aire para estimular su nariz, pero eso era de esperarse. Después de
todo, su amado amo no sólo no poseía un metabolismo, sino que tampoco respiraba siquiera, así que no había ningún aroma que pudiera dejar en el aire.

De todas formas --- ella podía sentirlo en su corazón.

Luego de respirar el aire en el que su amo había estado, sintió una paz profunda fluyendo a través de su alma.

Eso era lo que significaba ser una chica enamorada.

"Ku~ kuku."

Mientras dejaba escapar una suave risita, Albedo cubrió rápidamente su boca.

No era porque hubiera alguien allí, o porque sus dientes fueran visibles. Sin embargo, no era algo que una dama decente debería haber hecho.

Albedo se sentó elegantemente sobre la cama, y luego se acostó.

Olfateó de nuevo, y como esperaba, no había nada en el aire. Sin embargo, el hecho de poder hacer esto mientras estaba acostada en la cama de su amado amo la llenaba con la más profunda de las alegrías.

Esto que hacía era algo perfectamente razonable para una chica enamorada. Si existiera una mujer que pudiera acostarse en la cama del hombre al que amaba, hacer las mismas cosas que Albedo y sin embargo no sentir nada, y que al mismo tiempo se atreviera a llamarse a sí misma una 'chica enamorada', entonces ella ciertamente consideraría que esa mujer no entendía lo que era el verdadero amor, y rápidamente y sin demora eliminaría a esa persona molesta.

"Ahhh~"

Albedo retiró las manos que se aventuraban por debajo de su vientre. Ahora no era el momento para tales cosas.

Parece que se está convirtiendo en un hábito, pensó Albedo mientras se levantaba.

En cualquier caso, tenía que terminar las tareas del día.

Luego de fundar el Reino Hechicero y colocar a E-Rantel bajo su control, la carga de trabajo de Albedo se había incrementado dramáticamente. Mucho de ello se debía a que los oficiales, que se suponía administraban E-Rantel, habían huido de vuelta al Reino, provocando una escases de personal administrativo.

El plan era usar a los no-muertos creados por su amo para encargarse de esta tarea. Sin embargo, ya que aún se encontraban en la fase de entrenamiento, el resultado era que en lugar de ayudar consumían su tiempo e incrementaban su carga de trabajo. Adicionalmente, había muchas otras cosas de las que ella aún tenía que encargarse. Aunque las cosas se calmarían pronto, por el momento ella seguiría estando muy ocupada.

Por supuesto, para Albedo, estas labores no eran pesadas. O mejor dicho, no había un solo habitante en Nazarick que pudiera decir que el servir a su amo era una carga. Esto era lo que Albedo creía. Uno podría incluso ir tan lejos como para decir que mientras más pesada la carga, mayor su alegría.

"Casi es hora, debería ir a revisar los frutos de su entrenamiento..."

Dicho entrenamiento había demorado desde unos cuantos días a unas cuantas semanas. Incluso después de un mes, sólo estaban a medio cocer, pero ella tendría que entregarles las riendas de la administración a ellos y ver cómo iban las cosas.

Recientemente, ella había estado pensando en visitar el Reino, para conocer al Rey. En realidad, su presencia no era necesaria, siempre y cuando su amo ---que desbordaba de sabiduría--- estuviera presente. Sin embargo, tales tareas no eran más que mandados insignificantes, que no eran adecuados para su papel de gobernante absoluto.

Los reyes tenían cosas que sólo los reyes tenían que hacer.

"Aunque, ahora que lo pienso... ¿a dónde planea Ainz-sama dirigir al Reino Hechicero?"

Una nación tenía políticas que podía implementar.

Una vez que tomaran una decisión sobre ellas, podrían determinar las leyes y la dirección futura de todo el país. Por ejemplo, podrían decidir convertir a los humanos en esclavos y hacer que todo el país sirva a Nazarick. Si escogían ese camino, necesitarían aprobar debidamente una legislación para gobernar a los humanos como esclavos. Entonces, anticipándose a esa idea, podrían considerar muchos otros problemas, por ejemplo, cómo lidiar con los países de humanos vecinos, cómo tratar a los humanos de otros países, y otros problemas relacionados.

Sin embargo, su amo no había sido capaz de darle una respuesta clara, incluso hasta ahora.

En otras palabras, el Reino Hechicero estaba construyéndose a sí mismo sobre los cimientos de la antigua casa llamada el Reino y eso lo hacía mientras carecía de un liderazgo central.

¿O podría ser que éste era el tipo de país ideal de su amado amo? ¿O era acaso que estaba esperando por algo más? Si era esto último, ella sólo podría sentir vergüenza por no poder prever los pensamientos de su amo.

Ésta era una de las pocas veces que se sentía perturbada por el brillante intelecto de su amo.

Había muchos significados en cada movimiento que hacía su amo, ya que era un ser de conocimientos profundos y de reflexiones distantes. Sentía el más amargo de los pesares porque no podía comprender de inmediato el significado de las acciones de su amo.

Incluso Demiurge ---cuyo intelecto rivalizaba, o tal vez incluso sobrepasa al de ella--- había dicho en el pasado: "Mi sabiduría no puede siquiera comenzar a acercarse a la del amo; es verdaderamente insoportable".  Pero, aun así---

"Todo lo que tengo que hacer es obedecer las decisiones de Ainz-sama, sin importar qué tipo de país desee crear."

De todas las formas excepto una, Albedo seguiría fielmente a su amado esposo.

"¿Sin embargo, qué le ha sucedido a él?"

Pero por supuesto, no hubo respuesta al sonido de los murmullos de Albedo.




Autor: Kugame Maruyama
Traducido por: Erb

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